¿Qué es la masa crítica?
Para la sociodinámica, MASA CRÍTICA se refiere a una cantidad mínima de personas que son necesarias para que algo produzca una reacción en cadena. Es un concepto tomado de la física que se aplicó a la sociología de masas y es muy utilizado para predecir comportamientos de grupos.
Hace algunos años, el número necesario de personas que podían lograr un cambio en el mundo era de tan solo de 8 mil. En realidad, 8235 para quien quiera el dato preciso,
Este número era el resultado de una ecuación muy simple: la raíz cuadrada del 1 por ciento de la población total.
La autoría de la ecuación se le atribuye al físico cuántico y experto en políticas públicas John Hagelin. Él aplicó sus conocimientos en física para el beneficio concreto de la humanidad. Sus experimentos exceden los fines de esta nota pero se puede conocer más detalles sobre sus experiencias y descubrimientos sobre el CAMPO UNIFICADO EN LA RED.
El argentino Khalil Bascary es el creador de Cosmosociología. Recorre Latinoamérica enseñando cómo se pueden aplicar las leyes de la Naturaleza a la vida de cada uno y lo explica así:
“Para generar una reacción en cadena, se precisa una cantidad mínima de energía. Por ejemplo, si alguien mira hacia el cielo nadie presta atención, pero si son 3 personas las que, al mismo tiempo, levantan la vista, las otras también empezarán a mirar. Mientras más sean, más se sumarán. Trasladando este ejemplo a algo mayor, podemos pensar que un solo pensamiento de paz o de felicidad no alcanza para cambiar nada. Pero si generamos masa crítica suficiente de individuos con estos pensamientos y los sostenemos, es posible generar un cambio. A largo plazo, esta transformación operará sobre creencias más profundas y estados de ánimo. Un solo acto puede no ser suficiente, pero varios de esos actos por un tiempo determinado pueden modificar nuestra vida y la de otros. Una persona tiene una idea. Si obra en consecuencia y se mantiene firme en ella, inspira a otro y ellos dos, a otros más”.
Si trasladamos esta ecuación a pequeñas comunidades o a los grupos a los que pertenecemos, el número es aún mas esperanzador y posible.
La raíz cuadrada del 1 por ciento del total de la población es una regla que puede aplicarse a la familia, a la cooperativa del colegio, al club, a una empresa o a cualquier colectivo de gente dónde haya un grupo de personas decidido a cambiar algo.
Meditación Masiva
Un grupo que sostiene un propósito común desde hace más de 17 años es MEDITACIÓN MASIVA.
«Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo». Eduardo Galeano.
Después de la crisis del 2001, decenas de argentinos comprometidos se preguntaban qué mas podían hacer por el país. La misma pregunta los llevó a encontrarse y a crear el primer grupo en Buenos Aires. Con el tiempo, Meditación Masiva, fue extendiéndose a otras provincias. Adriana Ginato, una de las organizadoras lo cuenta así: “somos un grupo autoconvocado que nos juntamos a meditar cuatro veces al año para sostener la masa crítica y elevar la conciencia del planeta. Hay gente de todas las técnicas y escuelas de meditación. Cuando varias personas se reúnen para meditar con un mismo fin, se produce un efecto dominó que se irradia a todo el entorno. Si alguien quiere crear un grupo en su comunidad, nos contacta en nuestra web o por Facebook y nosotros lo ayudamos a plasmarlo”.
No estamos tan solos, como a veces sentimos. Nuestros pensamientos transforman la realidad. Si además nos juntamos, nos potenciamos.
Esta potencia creadora del mundo por venir será imparable y lo inundará todo, hasta que el viejo paradigma termine de ser desplazado por algo nuevo, que estamos creando día a día. Con avances y retrocesos. Con caídas, sinsentidos y sinsabores, pero siendo sobrevivientes de una realidad un poco más densa que a veces pretende tomarnos. Aún así, se resiste, se crea, se piensa distinto y se acciona. Sólo hay que vivir la transición con la mayor conciencia posible, sin perder la fe.
Y así, en acciones simples o mas complejas, vamos salvándonos a nosotros mismos y al mundo. Ya lo dijo Borges: «un hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire/El que agradece que en la tierra haya música/El que descubre con placer una etimología/Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez/El ceramista que premedita un color y una forma/El tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada/Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto/El que acaricia a un animal dormido/El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho/El que agradece que en la tierra haya Stevenson/El que prefiere que los otros tengan razón/Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo«.
Quizás, ahora, estamos dejando de ignoramos y al fin, nos reencontramos. Que así sea.